26 de marzo de 2010

De nuevo...

Esto de haber dejado un empleo formal para volver a ser "independiente" no es tan fácil como la gente cree. Aunque ya lo hayas vivido en el pasado varias veces, como es mi caso. No es nada sencillo.

Es complejo en todo sentido, los horarios cambian, las obligaciones en casa también, la privacidad de una oficina es sustituida por una habitación o sala donde tu pequeña hija o tu esposa demandarán tu atención de cuando en cuando, el flujo del dinero cambia radicalmente, las ideas de mediano y largo plazo se tracan para dar paso a lo inmediato (se sustituye lo importante por lo urgente). Dudas, miedo, incertidumbre... Cualquiera se vuelve loco.

Re-aprender a disfrutar de los ratos libres es todo un desafío y lucho por dejar de atormentarme por no hacer algo "productivo" veinticuatro horas al día para entregarme al descanso o la reflexión. Seguramente varias personas, que no me conocen tanto, se burlarán pero quienes son mis amigos cercanos o mi esposa saben que es así.

Ciertamente desde que mi hija nació no había podido compartir con ella tanto y tan seguido como ahora y desde hace unos meses, esa experiencia la agradezco infinitamente a Dios y estoy convencido que para nosotros, como familia, ha sido enriquecedora. Tal vez sea una cuestión de disciplina mental, organizar los horarios de una manera más flexible, mantener la mente positiva y sobretodo seguir pensando en grande (como Pinky Dinky Doo). Si, porque al fin y al cabo la vida es demasiado corta y esta oportunidad de tener mayor control sobre tu tiempo vale oro.

Pero que le puedo hacer... me educaron para producir...

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